Fuente: Mouth Healthy (ADA)

Que los niños se chupen el dedo puede ser debido a un reflejo natural. De esta forma pueden sentirse seguros y contentos. Igualmente ocurre con el chupete u otro objeto, que pueden ayudarles a conocer su mundo o a relajarse y dormir.

Sin embargo, cuando aparecen los dientes permanentes, la costumbre de chuparse el pulgar puede causar problemas con el buen desarrollo de la boca y la adaptación de los dientes. También puede causar cambios en el paladar. Los chupetes pueden ejercer esencialmente el mismo efecto en los dientes que chuparse los dedos y el pulgar, pero suele ser un hábito más fácil de romper.

La intensidad de la costumbre es un factor que determina si existen problemas dentales o no como resultado. Si los niños se meten el pulgar en la boca pasivamente, tienen menos probabilidades de tener dificultades que los que succionan el pulgar enérgicamente. Los que son demasiado agresivos, pueden causar problemas con los dientes de leche.

Por regla general, los niños de edades comprendidas entre los dos y cuatro años de edad dejan de succionar los dedos, o en el momento en que los dientes frontales permanentes están listos para salir. Si observa cambios en los dientes de leche del niño, o le preocupa su costumbre de chuparse el pulgar, consulte con el dentista.

Es, por ello, que te damos algunos consejos para ayudar a tu hijo a romper con la costumbre:

-Elogia a tu hijo por no succionar;
-Céntrate en corregir la causa de la ansiedad y proporcionarle consuelo.
-En caso de un niño algo mayor, implícale en la elección del método para romper con la costumbre.
-El dentista puede ofrecerle ánimo y explicar lo que podría suceder con los dientes si no deja de chupar el pulgar;

Si nada de eso funciona… ¡Consúltanos! Ven a vernos.