La caries es una dolencia que consiste en la destrucción de los tejidos duros del diente (esmalte y dentina) debido a determinadas bacterias que transforman los azúcares en ácido. Si no se hace nada, alcanza a la pulpa produciendo dolor e incluso puede llegar a provocar infecciones en otros órganos del cuerpo.

Según se desprende del Atlas de la Salud Bucodental, editado por el Consejo General de Dentistas de España, un total de 326.000 niños andaluces de menos de 12 años tienen caries en los dientes primarios, unas cifras preocupantes.

La mejor prevención de la caries se basa en una correcta higiene dental, una dieta sana y visitas periódicas al dentista.

La caries de los bebés y los niños pequeños se llama caries de la primera infancia. Puede destruir los dientes y ocurre mayormente en los dientes anteriores superiores, aunque puede afectar a otros dientes. Además de las caries por el biberón a demanda en el momento de dormir, se producen también por el contacto frecuente con bebidas azucaradas, zumos, leche (incluso la leche materna sobre los dientes), en ausencia de higiene oral antes de dormir.

LA BUENA SALUD BUCODENTAL COMIENZA EN CASA
Dependiendo de la edad del menor, éste necesitará una modalidad de cepillado. Entre los 0 y los 7 años los adultos deben supervisar los cepillados de los niños, dependiendo de la edad de estos.

– De 0 a 2 años: los padres deben proceder a limpiar los dientes de los niños usando un cepillo pediátrico y agua. No usar pasta de dientes.
– De 3 a 6 años: Es la etapa en la que el niño debe comenzar con el aprendizaje de este hábito. Usar la cantidad de pasta fluorada similar al tamaño de un guisante. Asegurarse de que escupen la pasta.
– De 6 a 8 años: hacia el cepillado adulto.
– A partir de los 9 años: el cepillado está consolidado.

VISITAS PERIÓDICAS AL DENTISTA

La primera toma de contacto de los pequeños con su odontopediatra es fundamental en la futura relación que se tendrá con el dentista durante la vida.

Por ello, es tan importante la creación de una relación de cercanía entre el niño y el dentista, algo que primordialmente se consigue gracias a la confianza con el mismo.

El niño debe aceptar al profesional como una ayuda y no como una amenaza, lo que permitirá crear una relación positiva en la que el odontopediatra, a través de la motivación, cree unos hábitos encauzados a la correcta higiene dental y prevención de caries u otras patologías.